jueves, 19 de febrero de 2015

A Tres Metros Sobre El Cielo

Despiertas. Solo has oído un chasquido, unas voces lejanas, un rumor, pero de repente, despiertas. Siempre está ese alguien molesto que te hace bajar de tu paraíso, de ese universo perdido que es tu mente, de ese sueño eterno sin dormir.La paz te inundaba hace tan solo cinco segundos, llevándose tu cuerpo a kilómetros de tu alma. Estabas pero no estabas. Te habías evaporado en una corriente de imaginación.

Volando en las nubes,recorriendo el arco iris, navegando por las oscuras y misteriosas lagunas del espacio en un cohete, llenando los agujeros de la Luna, saltando, disfrutando. Solo, con algunas amigas o incluso con algún amigo perdido, eso no importaba.Tenías todo lo que deseabas, todo en ese infinito lugar de la mente en el que nadie puede entrar, aquel que nadie puede perturbar con prejuicios, o con realidades absurdas.

Echas de menos esa sensación, y miras con recelo a la persona que te ha despertado. Probablemente la quieras como a tu vida misma, pero te ha despertado de tu descanso, ese que tanto necesitas. La atiendes, te cuenta algo interesante pero superfluo. Sonríes, te alegras de estar a su lado, pero en ese momento no puedes pensar en otra cosa que no sea volver. Miras el reloj, todavía faltan más de quince minutos. Miras a un lado y al otro, no sabes qué hacer, así que no haces nada. 

Pero en unos instantes, llega otra vez esa sensación placentera, de relajación. Te encuentras otra vez en tu pequeño lugar de felicidad, haciendo mil y una cosas que no podrías hacer. Aunque sabes e intuyes que en cualquier momento bajarás, ya sea, por el sonido de un timbre, por unas risas apagadas, por un comentario, o por un movimiento fugaz; pero te da igual porque sabes que tú también quieres probar eso de estar A Tres Metros Sobre El Cielo.


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