jueves, 12 de marzo de 2015

Perdida en sus ojos

Como esos momentos en los que parece que se para el tiempo. Como si estuvieras en un universo paralelo. Como si por un momento fueras fuerte, como si pudieras enfrentarte a aquello que no puedes enfrentarte. Como si nada te pudiera hacer daño. Porque en el fondo no importa nada excepto ese momento. Porque sabes que marcará un antes y un después. Porque sabes que estás volando, porque has llegado a la cima. Y miras atrás y sabes que estás donde y con quien quieres estar. Y le lees el pensamiento porque su mirada te lo dice todo. En el fondo, sabes que ese es tu momento. Que son miradas, gestos, abrazos, situaciones que marcan, que no hay otras iguales. Sabes que no las hay. Y por eso paras el tiempo...

domingo, 8 de marzo de 2015

Encerrado


Muchas veces se dice que no se sabe lo que uno tiene hasta que lo pierde. Y yo, no lo niego. Pero también afirmo que hasta que no lo pierdes, no sabes lo que te ocultaba, ese mundo a tu alrededor, porque era un obstáculo en tu visión, en tu camino. 

También puedo afirmar que uno casi siempre sabe lo que tiene, solo que le da pánico admitirlo. Y diréis, ¿por qué pánico? Y yo os respondo; pánico a que se vaya, a que se esfume como el viento, a que se marche y no vuelva. Pánico a que si aceptas tus sentimientos y los dejas salir, éstos, te hieran, te dañen, te destruyan. Por eso prefieren guardarse todos los sentimientos para ellos y acostumbran a ver a la gente entrar y salir de sus vidas, como si nada. A veces, son personas que no importan, pero las que sí, las que valen la pena, salen salen de sus vidas, y no son capaces de actuar. Las dejan ir, para que no les hagan daño, sin darse cuenta de que simplemente por el hecho de hacer eso; es decir, nada, ya les han arrancado un pedacito del corazón que esas personas robaron, y que ya, como el tiempo, nunca volverá...

Y te ahogarás. ¿De verdad quieres hacerlo? Tú verás. Dicen que quien no arriesga no gana. Suerte. Es tu decisión, una decisión que ya nunca más volverá.


jueves, 26 de febrero de 2015

Nostalgia

No es lo mismo vivir que sentirte vivo. Hay personas que viven que parece que perdieron ese sentimiento hace demasiado tiempo. Tal vez es porque llega un momento que se le deja de dar importancia los domigos y nos centramos en los lunes tristes. Desde la infancia tratan se enseñarnos a divertirnos, como si la vida solo fuese un juego, en el que el que se rinde pierde.

Hay gente que piensa que no se debe de juegar con un niño y siempre hay que decirles lo difícil que a veces es el juego. En la pubertad, sin embargo, ese juego pasa a "aprovecha antes de ser vieja" . Razón tiene, pero esto hace que algunos no se encuntren ni a si mismos y se arruinen su propio futuro. Algo triste pero que siempre pasa.

Dpués el pelo se te cae y dicen que te vuelves algo más infeliz, más nostálgico. Así que ahí viene la frase de "si no te da pena el paso del tiempo, es que no has madurado". Perdona, tan solo quiero vivir. Por eso mismo, nunca pordás jugar sin que alguien lo haga pero contra tí. Por lo que siempre va a haber algo empeñado en arruinarte. Ley de vida lo llaman.

Y entonces, una vez que has caido tantas veces, que tu piel está más rota y desgarrada que nunca, llegas a ese lugar donde ya no se puede caer más. El subsuelo creo que es. Y allí pasas el resto de tu vida, esperando a volver a subir y sentirte joven. <<La pubertad>>. ¿Por qué no la disfruté? Ya es demasiado tarde. No se salir de aquí. Tendría que haber hecho caso a lo de "disfruta mientras puedas".

Lo cierto es que nos pasamos la vida intentando encontrar algo realmente bueno y por no encontrar no nos encontramos ni a nosotros mismos.

Ya nadie te oye, ya nadie se acuerda de que una vez estiviste tan arriba que mirabas a todos desde lejos. Te han olvidado, sí, lo han hecho.

lunes, 23 de febrero de 2015

La Magia Del Fuego

Sobre cómo se origina cada año allá arriba en los polos la fascinante aurora boreal que cautiva a todo aquel ser que la ve, hay mil y una teorías científicas. Pero si te sientas en las montañas, ahí, al lado del bosque blanco, en ese pequeño saliente que parece que fue creado para poder observar la belleza de la naturaleza y la contemplas, puedes observar que las imágenes cobran sentido. Te cuentan una historia, te embriagan con esa magia pura que no puedes dejar de mirar.

Ahí está, ¿le ves? Mira cómo corre, qué velocidad. Es increíble. El precioso zorro ártico que vive en una cueva infinita que ningún ser humano ha podido encontrar nunca a lo largo de la historia y que nadie debería buscar, ha salido por fin, otra vez, como cada año. Es un augurio genial, significa que todo irá bien este año, que nada va a ser modificado, que serás feliz, como siempre lo has sido. Tendrás problemas, sí, pero siempre habrá alguien ahí para ayudarte. No estás solo, nunca lo estarás. 

El zorro está llegando a su destino, ya ha cruzado todo el polo, y con los golpes de su cola, ha iluminado el cielo de los colores del arco iris. Pero en nada y hasta el año que viene, el zorro concluirá el espectáculo de colores en el cielo, y procederá a su descanso invernal hasta su próxima carrera. Espero que lo hayas disfrutado, pues quien sabe cuándo volverá el zorro ártico a surcar las nieves. Quizá no vuelva a salir o quizá lo haga antes de lo previsto. Quién sabe qué es aquello que motiva la fogosa e inquietante alma del zorro ártico en su curioso trayecto.


Leyendas De Las Tierras Del Norte


Por fin estas a salvo. Las puertas están abiertas, te están esperando. Puedes escuchar el inquietante sonido de aquella gaita en la segunda planta, los gritos de la corte malhumorada en la primera o incluso las risas de los empleados en la tercera. Todo aquello tan familiar. Te encanta, es tu casa. Tras años y años de viaje, por fin has regresado. Notas los seis años de historia de esa fortaleza escondida entre los árboles, al lado de un lago de aguas cristalinas, como si fuera magia; y te das cuenta de lo mucho que la has echado de menos.

Pero no está al completo, falta algo, mejor dicho, alguien. La buscas. ¿Dónde se habrá metido? Te pones nervioso, gritas, corres de un lado para otro sin saber qué hacer, sin pensarlo en realidad. ¿Y si le ha pasado algo en tu ausencia? Sientes miedo, pero continuas buscando.Y allí, la ves, a la dama de verde que tanto echabas de menos, llorando. No puedes entender su expresión; tristeza, sorpresa, alegría, tantas emociones en tan poco tiempo. No tienes ni idea de aquello que estará cruzándose por su mente en este momento, pero tampoco te importa. La abrazas. Ahora todo ha vuelto a la normalidad, has conseguido lo que querías y no lo vas a dejar escapar por nada del mundo.

Y por fin, respiras. Respiras al ver toda aquella belleza. El verde intenso de los jardines botánicos a los alrededores del castillo, el azul cian del cielo inundado por enormes manchas blancas, la baraja de colores de las flores; y el brillo azulado del lago. Es todo lo que necesitas. Es tu hogar.



La Cima




Las montañas, algo tan bonito y tan atormentador. Uno de los mañores sueños del hombre es llegar a su cima, pero no siempre es fácil, al contrario. Muchos escaladores se quedaron en el camino, y la mayoría saben que serían incapaces de llegar a la cima del Everest. Y se puede comparar con muchísimas situaciones vividas a diario. Siempre queremos algo, ese instinto de superación nos reclama algo nuevo por vivir. Pero nunca, o casi nunca es sencillo conseguirlo. Es como si primero tuviésemos que travesar ese mar, después andar por aquel bosque y más tarde llega lo peor: la escalada. 

Ojalá fuésemos tan fuertes como para conseguir siempre lo que nos proponemos. Es normal que te asustes, la nieve puede hacer que te resbales y te caigas hacia abajo, teniendo que volver a empezar. Los comienzos no son lo mejor, más bien es lo más aterrador ya que es cuando más fuerzas tienes que reunir. Lo demás es todo sistemático, siempre lo mismo. Y como ya sabes, después de ese sistema repetido llega lo mejor,  aquello por lo que has estado luchando, la recompensa. La cima.

Siempre hay algo (esa cima) por lo que merece la pena dejarse la piel, desgarrarla. Y una vez que llegas a ella, ya no importa todo lo que has tenido que recorrer hasta allí. Pero siempre hay que saber afrontar la realidad y saber que hay veces que no se consigue, que te quedas al principio, ya sea porque no tienes las suficientes fuerzas o porque estás rendido. 

No temas, vendrá algo que te ayude y finalmente conseguirás llegar a tu cima. Ahora solo tienes que saber encontrar a ese "algo", búcalo, porque solo así llegarás a lo más alto de tu vida. Una vez más: suerte.


jueves, 19 de febrero de 2015

A Tres Metros Sobre El Cielo

Despiertas. Solo has oído un chasquido, unas voces lejanas, un rumor, pero de repente, despiertas. Siempre está ese alguien molesto que te hace bajar de tu paraíso, de ese universo perdido que es tu mente, de ese sueño eterno sin dormir.La paz te inundaba hace tan solo cinco segundos, llevándose tu cuerpo a kilómetros de tu alma. Estabas pero no estabas. Te habías evaporado en una corriente de imaginación.

Volando en las nubes,recorriendo el arco iris, navegando por las oscuras y misteriosas lagunas del espacio en un cohete, llenando los agujeros de la Luna, saltando, disfrutando. Solo, con algunas amigas o incluso con algún amigo perdido, eso no importaba.Tenías todo lo que deseabas, todo en ese infinito lugar de la mente en el que nadie puede entrar, aquel que nadie puede perturbar con prejuicios, o con realidades absurdas.

Echas de menos esa sensación, y miras con recelo a la persona que te ha despertado. Probablemente la quieras como a tu vida misma, pero te ha despertado de tu descanso, ese que tanto necesitas. La atiendes, te cuenta algo interesante pero superfluo. Sonríes, te alegras de estar a su lado, pero en ese momento no puedes pensar en otra cosa que no sea volver. Miras el reloj, todavía faltan más de quince minutos. Miras a un lado y al otro, no sabes qué hacer, así que no haces nada. 

Pero en unos instantes, llega otra vez esa sensación placentera, de relajación. Te encuentras otra vez en tu pequeño lugar de felicidad, haciendo mil y una cosas que no podrías hacer. Aunque sabes e intuyes que en cualquier momento bajarás, ya sea, por el sonido de un timbre, por unas risas apagadas, por un comentario, o por un movimiento fugaz; pero te da igual porque sabes que tú también quieres probar eso de estar A Tres Metros Sobre El Cielo.